Creo que la analogía deportiva cobra aún más vigencia por estos días, donde la pasión de multitudes está a flor de piel. Pareciese que, en medio del verano, las vacaciones y el necesario descanso, tras enfrentar casi un año de encierro por la pandemia, poco a poco se comienza a olvidar la importancia de cuidarnos y de agudizar el escrutinio al momento de controlar el flujo de viajes a nuestra región.

Desde que se habilitó el llamado permiso de vacaciones ya se registran casi 290 mil solicitudes a la región de Coquimbo, en especial a las ciudades de Coquimbo y La Serena. Y si bien la evidencia indica que la masiva llegada de turistas no sería la principal causa del aumento de los casos confirmados COVID-19, ciertamente contribuye a las aglomeraciones, poniendo en riesgo la salud, tanto de quienes somos locales, como de quienes nos visitan.

Una de las razones esgrimidas por el Gobierno para la creación de este permiso, es la preocupación por la salud mental de nuestra población debido a las consecuencias psicológicas que las cuarentenas, teletrabajo y movilidad reducida, podrían estar causando.

Claramente la pandemia ha tenido consecuencias en nuestra vida, en especial para quienes han quedado desempleados o están de duelo por la pérdida de un ser querido. Sin embargo, creo que la posibilidad de tomarse vacaciones y viajar a otras ciudades no representa la realidad de todas las personas. Y para quienes vivimos en la conurbación, el poder disfrutar de nuestras playas y valles constituye, muchas veces, el principal plan del verano.

Hoy por encontrarnos en Fase 2 del Plan Paso a Paso, las actividades de recreación al aire libre sólo se pueden realizar de lunes a viernes. Si bien existe un espacio para hacer deporte en los días de cuarentena, el horario no necesariamente está acorde a la realidad de la mayoría. Veo muy difícil que una persona salga a hacer deporte un sábado o domingo a las 7AM, si el fin de semana representa su único tiempo de descanso.

Pero con esta masiva llegada de turistas, somos muchos quienes preferimos abstenernos de ir a lugares concurridos, como las playas, por temor a un contagio. Basta incluso dar un paseo por la Avenida del Mar, para ver que, minutos antes del toque de queda, hay un alto flujo de personas circulando.

Me pregunto entonces… ¿Qué pasa con la salud mental de serenenses y coquimbanos? ¿Por qué no tenemos derecho a recrearnos y disfrutar de nuestras playas y valles con tranquilidad y sin miedo a un eventual contagio? ¿Qué tal si dosificamos la circulación de verano para que nosotros, los locales, podamos disfrutar de nuestros espacios al menos en marzo, después de que los turistas retornen a sus hogares?

El estallido social marcó un precedente al poner la voz de las regiones por sobre intereses políticos centralistas, pero finalmente esta autorización pareciera beneficiar más a residentes de la región Metropolitana, mientras que el resto seguimos siendo postergados al no tener siquiera la tranquilidad de disfrutar de nuestro territorio sin riesgo de contagios. Los locales no tuvimos el derecho de vacacionar libres en nuestras propias ciudades.

Hago un llamado a las autoridades a reconsiderar las actuales medidas de contención de la pandemia y fomento de la llegada de turistas. La experiencia del año pasado ya nos mostró que la improvisación en políticas públicas de salud, genera consecuencias y que es mejor considerar tempranamente una cuarentena, monitorear traslados, controlar accesos, y no bajar la alerta de contagios, que finalmente volver a foja cero, y perpetuar agónicas semanas de encierro, con el objetivo de contrarrestar cifras que nos recuerdan errores del pasado.

  

Dra. Marcela Gatica Andrades

Candidata a Concejala por La Serena

Dra. en Inmunología y Divulgadora Científica

 

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