Recordamos en la película, cuando Jack  y Rose están llegando al fin de su historia amorosa al hundirse lentamente en las heladas aguas. A la distancia se observan dos botes del Titanic, Uno con muchas mujeres a bordo, las que agudizan su vista para detectar algún sobreviviente y tratando de hacer espacio. La mirada inquisidora del marinero a cargo de la embarcación y su expresión: sigan remando si no quieren acompañar a los muertos. En el otro bote hay más espacio y el comandante con una linterna busca y busca, pocos caben. Rose toca el pito y es izada. Deducimos que al estar lleno los botes no se pueden subir más porque se pone en peligro a todos al hundirse la embarcación. Es la decisión de esa sociedad en su instinto de conservación. Con la migración descontrolada puede pasar lo mismo en el tejido social de nuestro país. Todas las naciones tienen sus límites para recibir a los migrantes que vienen a integrar las capas sociales e igualmente tienen un espacio para casos especialmente humanitarios. Múltiples pruebas tenemos en Chile. En Magallanes, por ejemplo donde se necesitaban habitantes para  producir y hacer soberanía. El sur con la migración alemana, Lo mismo en Antofagasta y Norte Chileno. En lo humanitario, el ejemplo del Winipeg y los refugiados españoles y en nuestro suelo los italianos que se avecindaron en esta tierra. Todo controlado. La única excepción es lo ocurrido con los vuelos atestados de haitianos producto de los mercaderes de la pobreza y que hoy día ya forman verdaderos ghetos en Santiago y otras ciudades. Producto del descontrol, se notan efectos de ello y algunas manifestaciones de xenofobia. Para que seguir, si ustedes mis estimados lectores/as son testigos de eso. Todos los países del mundo deben controlar este fenómeno, y así lo hacen. Y nosotros ¿Por qué no, sobre todo si esto se ha transformado en un negocio inmoral, engañando a esta gente y quizás con que otro oscuro propósito? 

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