De Borges se ha dicho de todo. Y lo bueno es que nunca se acaba. 
Por ello despierta especial interés su libro “Textos recobrados”, en tres volúmenes, no premeditado, donde se recogen facetas casi desconocidas de su quehacer literario.
Hay aquí un juvenil poeta, un periodista activo, un reseñista que  leía cuanto pasaba ante sus ojos y opinaba con entusiasmo, con ironía, con soberana libertad. 
Un Borges,  en fin, siempre feliz y alerta en medio de la letra impresa, que tanto se sumergía en la lírica expresionista como en la poesía de Góngora, en los versos lunfardos o en la proclama ultraísta.
Todo ello lo hizo sin dejar de escribir sus propios poemas, sus ensayos y sus traducciones.
En las páginas de estos “Textos recobrados” encontramos, por ejemplo, el poema “Himno al mar”, que habría  pertenecido al segundo libro que Borges destruyó, llamado Los salmos rojos o Los ritmos rojos, una colección de unos veinte poemas en verso libre. Originalmente fue publicado en la revista Grecia, editada en Sevilla, en 1919. 
En un libro como este, un buen espejo de Borges, parece interesante detenernos en algunas reseñas que escribió sobre diversos autores.
Veamos dos. 
En la revista Síntesis, en 1927, Borges escribe R. Cansinos Assens. 
Dice: “Dulce y decorosa aventura la de visitar los libros de Rafael Cansinos Assens, la de hacerse merecedor de su intimidad”.  
Prosigue definiendo al autor como “hombre efusivo con los libros, con los hombres, con las estrellas, su obra, riquísima, es elogiadora del mundo: salmos, novela, doctrina estética, investigaciones sobre el amor, autobiografía, cuentos y traducciones”
En julio de 1927, en la misma revista, saluda la visita de Luis Pirandello a Buenos Aires. “Síntesis saluda en Pirandello al escritor, tal vez único, que ha sabido encender, en la página y en la escena contemporánea, la perplejidad metafísica de gran estilo”. 
Con razón decía don Alfonso Reyes que “todo cuanto Borges ha escrito es digno de leerse y conservarse”.
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